miércoles, 12 de junio de 2013
martes, 30 de abril de 2013
actividad de aprendizaje 4
INFORME
La palabra informe tiene varios
significados dado que se refiere a varias cosas o que cada persona lo
toma de la manera en que lo entiende por ejemplo.
La palabra informe la mayoría de la
gente lo toma como el escrito en una actividad para la interacción
de conocimientos enlazados por escritos en un papel.
En otro caso seria la descripción
de algún acontecimiento dado para redactar o proporcionar.
Otro concepto que se daría del
informe seria la reseña de algún acontecimiento dado o redactado
hacia el público para su placer visual o auditivo.
De varias formas es como la
descripción, asunto o relación de un asunto en específico donde le
interese a alguien o llame la atención de cierto publico en especial
donde haya una retroalimentación o donde simplemente la gente lo
utilice como lo mas bajo para quemarle el cerebro a miles de jóvenes
con reseñas e informes ignorantes donde no haya una
retroalimentación.
El informe es el medio mas utilizado
en la educación de los jóvenes dado que hace que piensen, seria mas
que nada que echen ha andar su imaginación donde puedan motivar su
intelecto a un nivel donde haya una forma de pensamiento individual
fuera de reglas donde ponen lo que piensan, lo que sienten y lo que
quieren
2lc2
kenia carmona jimenez
desarrollo del reto
EL
PEQUEÑO ESCRIBIENTE FLORENTINO
Era
un pequeño florentino aparentemente de tez blanca y cabello rubio,
era el mayor de una gran familia la cual era muy humilde y con pocos
recursos.
El
padre le quería mucho solo que era muy estricto en el asunto de la
escuela donde el joven tenia que darse prisa para trabajar para
ayudara su familia con los gastos económicos pues su padre era de
edad muy avanzada mas que el trabajo y gastos lo habían acabado mas.
Pero
el padre no paraba buscaba empleo por donde fuera haci que encontró
un trabajo extra en una imprenta haci que todas los días cuando
llegaba de su trabajo iba derecho a comer y en seguida se iba a su
mesa con el siguiente trabajo ese trabajo era muy cansado pues se
quejaba mucho todos los días en la comida decía que ese trabajo lo
estaba dejando ciego.
El
padre se quejaba haci que el pequeño niño se le ocurrió decir papa
dejarme trabajar en tu lugar pero el padre respondió no hijo tu
debes continuar con tus estudios.
El
hijo sabia que el padre era muy necio y sabia que ese comentario se
quedaría en el olvido haci que ese día a media noche espero que el
padre terminara de trabajar y cuando lo escucho que iba a dormirse el
se levanto en seguida y continuo con el trabajo de su padre imitando
lo mas posible la letra de su papa el niño escribió 170 hojas cerca
de una peseta al terminar dejo todo en su lugar y se fue ha dormir.
En
la mañana siguiente el padre siguió con ese trabajo mecánico
empezó a contar las hojas al terminar se acerca junto con su hijo
julio y le dice lo satisfecho que estaba de su trabajo y que aun
podía pero julio por dentro con la satisfacción de hacer feliz a
su padre.
Haci
pasaron los días y las noches con el trabajo de estudiante de día y
de trabajador de noche.
Pero
el trabajo no era nada fácil julio empezaba a cansarse se veía sin
fuerzas y sin ánimos de continuar con los estudios su padre lo
empezó a notar extraño haci que un día en la mañana lo reprendió
se sentó junto a su hijo y dijo.
Julio
tu ves que yo trabajo para desfallecer me por esta familia, tu mas que
nadie conoce las condiciones de esta familia y sabes que eres la
única esperanza de esta familia.
Haci
que después del sermón de su padre julio guardo el secreto junto
con una lágrima pero julio siguió con su trabajo nocturno para darle
placer a su padre, otra ves eran las 12 no quería levantarse pero
involuntariamente se levanto a ser ese trabajo mecánico con el cual
se degastaba.
Pero
una tarde en la comida el padre pronuncio una palabra decidida para
el, su madre le miro y pareciéndole que estaba mas pálido y delgado
dijo.
Julio
no esta bien míralo nadamas mira como esta el padre le miro de reojo
y dijo.
La
mala conciencia hace que tenga mala salud no estaba haci cuando era
estudiante aplicado he hijo cariñoso
Peo
esta malo exclamo la madre y el padre respondió no me importa.
Aquella
palabra hizo el efecto de un puñetazo en su corazón. Sin embargo
aquella noche se levanto mas a fuerzas que de ganas el hijo ya no
aguantaba los desprecios del padre haci que decidió que se acabaría
todo se dirigió a la habitación en la cual había puesto todo su
empeño y su corazón.
Haci
que cuando vio las fajas de hojas bacías donde ya no iba a escribir
sintió el remordimiento y empezó a escribir involuntariamente pero
por accidente toco un libro y callo al piso se quedo helado si su
padre se despertaba, haci que empezó a escuchar pasos pero después
ya no se dio cuenta que estaba a salvo haci que continuo escribiendo
mecánicamente como siempre de repente oyó el paso cadencioso de la
guardia, el sonido de los clacsons pero siguió escribiendo después
volvió ha escuchar una fila enorme de carros y perros ladrando haci
que continuo escribiendo.
No
se había dado cuenta pero su padre estaba alado de el cuando voltio
soltó un grito agudo y su padre lo estrecho entre sus brazos y lo
llevo a la cama de su madre y le dijo besa a tu hijo la madre lo
estrecho de repente lo llevo ha su cuarto y lo acostó julio cayo
rendido durmió por muchas horas cuando despertó vio la blanca
cabeza de su padre junto a su pecho había pasado haci la noche y
dormía aun con la frente reclinada al lado de su corazón
2lc2
kenia carmona jimenez
lunes, 29 de abril de 2013
Gadamer narra la historia de la filosofía, Cap. 6. La hermenéutica
Gadamer narra la historia de la filosofía, Cap. 6. La hermenéutica
Nos preguntan: ¿Qué es la hermenéutica?
Que ha alcanzado una extensión universal.
Siempre ha existido la palabra hermenéutica por lo menos desde la modernidad de
la teología de la enseñanza sobre la interpretación y compresión de la sagrada
escritura y también dentro de la jurisprudencia. Como el arte de interpretar
las frases para su uso adecuado en el caso concreto del que se trate de la
manera más cercana a la justicia
Son dos primeras buenas advertencias no hay
que esperar de le hermenéutica una claridad ni verdades definitivas en una
forma dogmáticamente fijada. Tampoco lo era la hermenéutica de los teólogos
cuando el mensaje cristiano encuentra satisfacción en una supuesta proclamación
viva la hermenéutica no significaba la posesión del verdad sino una ayuda
para llegar a ella y lo mismo en la correspondencia que en la jurisprudencia en
razón de la conexión entre la legislación y el concepto y cada caso particular
realizada por la hermenéutica.
¿Por qué hablamos entonces de hermenéutica?
Creo que podemos verla también en otras disciplinas en que se trata de una
interpretación de textos tienen un significado muy amplio que sólo limitarse a
textos o diríamos mejor que se ocupa del texto del mundo o quizás del texto de
la historia del mundo. Tomemos nuestra manera de interpretar para ponernos
de acuerdo con nosotros mismos y tendremos la tarea que hemos de realizar.
La interpretación es una acción inmanente esto es, no consiste en observar. No buscar el observador imparcial que se representa algo a sí mismo. Sino que busca lo que en un sentido dado algo está para ser entendido. No como consecuencia de una comprensión objetiva sino como algo que se ha de traer al lenguaje algo que se deja poner en las estructuras como lo que tenemos en un texto por eso tenemos que aprender a leer suena tan fácil pero aprender a leer no significa deletrear. Aprender a leer ni es sólo un proceso espiritual hecho para uno mismo sino que efectuamos una posible pronunciación quien lee debe hacerlo según la esencia de la cosa acentuar y articular el texto con pausa y énfasis con todas las formas posibles de hacer una lectura única que perfeccione la acción de comprender, tengo siempre que recordarlo que en el mundo antiguo y también en el mundo cristiano hasta el siglo XIII no podía leer quien no podía hacerlo a la vez en voz alta. Hoy sabemos todos cuando a alguien en clases de le pide que lea en voz alta una frase lo puede hacer cada cual la voz, los gestos, el tiempo todo eso compone la música eso hace la música del sentido. En lo que se refieres a la hermenéutica se nos demanda sobre todo que nos comprometamos de otra manera diferente a cuando estamos solo con nuestra cabeza.
Tenemos que está dentro en cuerpo y alma con
nuestra voz ¿y qué es la voz? No la voz que cada uno tiene no esa voz sino la
voz del "comprender" ¿Sabemos hablar con ella? Es la tarea que se nos
pide porque es otra forma totalmente diferente de estar de entender e
interpretar lo que he entendido es lo necesario. No es el ideal de las ciencias
naturales que presiden del espectador que elimina al sujeto.
El mundo se hace comprensible a través de lenguaje.
El mundo se hace comprensible a través de lenguaje.
Estamos reflexionando sobre el lenguaje y su
papel sobre su rol en la vida de los hombres es una nueva tarea que hemos
empezado se puede decir que el siglo XX es el siglo en el que el lenguaje se ha
convertido en el centro de la filosofía. La filosofía ya no se ocupa sólo de la
evolución del pensamiento.
En mi opinión la hermenéutica cambia cuando
nos encontramos con la idea de que "el lenguaje se encuentra sólo en la
conversación". La conversación, el diálogo sobre todo podemos decir es una
frase con significado fundamental.
El lenguaje que hablamos ni es un sistema cualquiera de signos que usamos unas personas con otras sino que esa relación lingüística con los demás también se debe desarrollar con los demás. El lenguaje está en el diálogo significa que yo no soy el que habla tampoco lo es el otro. Heidegger lo formuló así: el lenguaje habla.
En cualquiera caso no se trata de aislar y de hablar sobre una determinada herramienta sino de una determinada situación fundamental consiste en que el hombre siempre está conversáis con otro. Este sería el nuevo paso que ha representado la hermenéutica que ya no consiste en ser consciente de sí mismo tampoco de que en el fondo de la conciencia está la región del inconsciente de manera que a través de los sueños podríamos descifrar las heridas del inconsciente y quizás ayudar a una psique sufriere. Todo eso es muy bonito y correcto pero lo que ocurre cuando el lenguaje habla se debe decir que es una tarea totalmente diferente en la que nos encontramos en tanto que hombres una tarea en la que duramos todos y cada cual para tomar parte en este mundo común. Lo común se origina en el intercambio del oír y hablar.
La hermenéutica es el arte de poder oír he dicho el arte de poder oír con eso se quiere decir que es difícil aprender a oír.
Todos estamos en nuestra propia relación con
nosotros mismos en el psicoanálisis se habla del narcisismo en recuerdo de
aquel conocido personaje de la antigüedad que no se podía separar de su bella
imagen reflejada en el espejo del agua se había enamorado de sí mismo. Esa
conducta no es de la que aquí tratamos sino de que los hombres pueden oír a
otro que pueden aprender a anular esa precedencia de su propia voluntad de
entender y dejarse decir algo.
El arte de la hermenéutica es el arte de dejarse decir algo. No es caprichoso jugar con ese giro que plantea una exigencia es la exigencia de la que habló Kant cuando subrayó el concepto de respeto del otro. El respeto es también un modo d refutación del cuidado de mí mismo ver a los otros como otro yo es también el mandamiento cristiano del amor que podemos reconocer de nuevo "más al otro como a ti mismo".
En ambos está lo que en general se presenta como lo más propio del lenguaje su ganancia plena de realidad.
Intento mostrar como ese concepto de la
lingüísticidad en sentido propio, la hermenéutica es que entendemos lo que se
dice no como si fuera un compromiso definitivo tampoco como si lo dicho por los
demás fuera el punto de vista definitivo de esa realidad en sí sino como si sin
ambos puntos de vista no se debería hablar.
Seguimos pensando porque decimos que el
lenguaje construye a saber, entre amigos se construye algo: la solidaridad. La
solidaridad que realmente une a uno con otro en ello va incluido que se
entiende sin problemas por eso solemos decir "que me entiendo con una persona"
y queremos decir que comparto mucho en común con esa persona, me entiendo tan
bien que no necesito muchas palabras de lo bien que nos entendemos el uno al
otro. Así esa lingüísticidad esa capacidad de aprender a entenderse con los
demás es la que constituye la solidaridad.
Fronteras, desvíos, perturbaciones de la solidaridad pero la solidaridad es el concepto que dice que a pesar de los desvíos una ciudadanía en común nunca se pesé abandonar. En ese sentido he intentado considerar el concepto del diálogo en el que por decirlo así se constituye el lenguaje como el lenguaje mismo no el lenguaje que se aprende en la gramática o que se encuentra en los diccionarios sino el lenguaje con el que verdaderamente nos entendemos unos con otros y que es codificable en ciertas reglas en diccionarios, en los testimonios literarios. Pero entender realmente tiene que ser siempre sólo en la medida en que se usa el lenguaje en una situación de diálogo en la que se oye tal cosa y se dice tal cosa sólo entonces y sólo en ese momento luminoso y que por eso
comunica, puede tener lugar el entender. Así lo dijo Platón cuando describió la esencia de la filosofía por eso en cierto sentido he seguido siendo un platónico cuando dice que hay muchos medios que usamos para hablar con los demás: las palabras con sus significados, las oraciones con sus sentidos la enumeración de ejemplos con la que nos entendemos pero al final estás suposición fundamental de que todos esos medios primero tienen que ser traídos, tiene que ser intercambiados en la conversación. Platón dice gráficamente sobre ello: repentinamente se dice: "he entendido" y lo decimos realmente cuando hay algo que entender, algo que uno mismos ha entendido. Ya no señalo sino que invito a través de lo que digo, esto se entiende "Decir" a la invitación a que el otro entienda. Pero el otro es el otro de otro siempre están el "yo" y el "tú" que se entienden entre sí vemos que realmente la comunidad nos forma y eso es la hermenéutica.
Aplicar la hermenéutica, no significa sólo aplicar ese arte determinado sino también el hecho de querer entenderse uno al otro. La hermenéutica es un arte y un giro de la filosofía de la exigencia de realizar lo que tenemos en común, aplicar los horizontes de nuestra civilización y quizás hacer posible así una humanidad futura en el que incluyamos las demás culturas, los otros idiomas, los demás hombres y quizás también los animales articulemos de tal forma nuestro mundo de la vida que podamos decir: "Este es nuestro mundo".
http://www.youtube.com/watch?v=sSsph7h67gs&feature=youtu.be
LA TRAGEDIA Y LA COMEDIA SON LOS GÉNEROS MÁS ANTIGUOS DEL TEATRO...actividad de aprendizaje 7
LA TRAGEDIA Y LA COMEDIA SON LOS GÉNEROS MÁS
ANTIGUOS DEL TEATRO.
La Tragedia clásica se caracteriza por
presentar personajes históricos o mitológicos Reyes, héroes y semidioses), que
sufren una desgracia inmerecida por voluntad de los dioses o el destino. El
desenlace es siempre infortunado, ya que termina con la muerte o el castigo del
héroe.
Mientras que la Comedia pone en escena
situaciones de la vida cotidiana y muestra el comportamiento del hombre común,
señalando sus vicios y defectos mediante la burla y la ironía.
CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LA COMEDIA
ANTIGUA
En este momento, y centrándonos ya en el
caso de la Comedia Antigua, expondremos cuáles han de ser consideradas como sus
características fundamentales.
Se ha de prestar una atención muy especial a
la coexistencia dentro de la comedia de dos elementos distintos, el coro y el
argumento cómico.
* El coro (mira Bierl 2001), integrado por
un número mayor de coreutas que en la tragedia (veinticuatro), puede hallarse
compuesto
por
seres humanos (en los Acarnienses), animales (Ranas) o incluso entidades naturales
personificadas (Nubes).
Su intervención más característica es la
parábasis (mira Sifakis 1971), en el curso de la cual el coro rompe la “ilusión
dramática” para encararse con el auditorio:
el
coro (aves, nubes, etc...) se comporta como “aves” o “nubes” que visitan Atenas
con ocasión del festival; la parábasis
posee un toque de frivolidad y suele incluir una autoalabanza del poeta más una
denigración de los rivales del certamen.
* Por otro lado, el argumento cómico debió
de ser introducido por Crates, si hemos de hacer caso a Aristóteles, Poética 5
(mira Bonanno 1972); ahora bien, se ha de contar con algún tipo de influencia
ejercida en el relato cómico por Epicarmo y los “mimos” cultivados en
Occidente.
El argumento cómico se diferencia del
trágico por no situarse en el pasado remoto y manifestar, en cambio, un
evidente arraigo en las circunstancias de su momento histórico.
Por cierto que ese arraigo en el presente es perfectamente
compatible con el recurso a la fantasía y la utopía.
Como estructura ideal de la Comedia Antigua puede
proponerse la siguiente:
A un prólogo en
el que el héroe cómico presenta su plan para resolver un problema sigue la
párodos del coro, el cual se enfrenta después al héroe en el agón epirremático;
una vez que se ha alcanzado un relativo consenso se produce la parábasis, y a
continuación el héroe intenta hacer realidad su plan; vienen luego una serie de
escenas en las que diversos personajes toman postura ante el protagonista y sus
planes, hasta que, finalmente, la comedia se cierra, entre fiestas, con el
triunfo del héroe.
La divina comedia de Dante Alighieri (fragmento).
A la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una
selva oscura, por haberme apartado del camino recto.
¡Ah! ¡Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y
espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor, temor tan triste que
la muerte no lo es tanto!.
Pero antes de hablar del bien que allí encontré,
revelaré las demás cosas que he visto.
No sabré decir fijamente cómo entré, tan adormecido
estaba cuando abandoné el verdadero camino. Pero al llegar al pie de una
cuesta, donde concluía el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré
hacia arriba y vi su cima revestida de los rayos del planeta que nos guía con
seguridad por todos los senderos...
Características de las tragedias:
Los personajes son nobles; el protagonista está sujeto a
un destino adverso, que ha sido fijado por los dioses y del cual no puede escapar.
Su destino trágico arrastra a todos los que lo rodean.
La lengua en que se expresan los personajes se adecua a
su categoría social y se caracteriza por su registro formal.
El objetivo perseguido es lograr que el público, ante el
espectáculo de terribles desgracias, se conmueva y se libere, o purifique sus
emociones. Este efecto se conoce con el nombre de CATARSIS.
El filósofo griego Aristóteles describió los rasgos
comunes que observó en las tragedias de su época:
La unidad de acción. Solamente se escenifica una acción,
lo cual permite al público concentrar su atención.
La unidad de lugar. La acción transcurre en un solo
lugar.
La unidad de tiempo. La acción se desarrolla en un solo
día.
Partes de la tragedia griega.
La tragedia griega clásica no se dividía en actos. Se
alternaban los episodios recitados con los actores y las partes líricas
cantadas por el coro (estásimos). Se pueden diferenciar:
El prólogo. Monólogo o diálogo que inicia el
espectáculo, antes de la entrada del coro. En él se resume la situación de
conflicto inicial.
El canto del coro. Se desarrolla mientras sus miembros
están en escena.
Los cuadros o escenas representadas por los actores.
Cada uno se cierra con el canto del coro.
El éxodo o salida. La situación con que finaliza la tragedia
luego de la muerte del protagonista o sus allegados.
Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los
títulos o por fragmentos, pero se conservan sólo 19 de ellas, de las que una,
Reso, se discute aún si es apócrifa. El canon establecía también 7 tragedias de
Eurípides, pero el gusto de la época, nos transmitió un número mayor. Su
concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras
tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior
al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre
todo a las crueldades de la guerra. Los rasgos diferenciales de su obra son los
siguientes:
Innovación en
el tratamiento de los mitos.
Complejidad de
las situaciones y personajes.
Humanización
de los personajes, que se muestran como hombres y mujeres de carne y hueso, con
pasiones y defectos que en algunos casos, se acercan a la tragicomedia.
Especial
influencia de los problemas y polémicas del momento, que dan un aire de
realismo.
Crítica de la
divinidad tradicional desde un punto de vista tradicionalista.
Disminución
del papel del coro.
Eurípides es conocido principalmente por haber reformado
la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando personajes como
mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y por satirizar muchos héroes de la
mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus
contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus
personajes de una forma antes desconocida para el público griego. uno de los
mecanismos más discutidos es el llamado Deus ex machina, que consiste en
solucionar de manera antinatural un conflicto, como en "Medea", en
donde al final aparece un dragón que la salva en el último minuto o en su
"Helena", tragedia en la que un éidollon enviado por los dioses
sustituye a la verdadera Helena, que habría sido trasladada a otro Egipto, sin
que hubiera adulterio (algo semejante en sus Ifigenias). El conflicto en
"Hipólito", que escribió dos veces, y única de sus obras que obtuvo
el primer lugar en los agones, revela las pasiones humanas en una dimensión muy
actual y minimiza la participación de los dioses en ellas. "Hipólito¨
también nos revela la verdadera naturaleza de los textos euripídeos, gracias a
que conocemos las modificaciones que hizo a la obra para volver a presentarla y
ganar la competencia y nos muestra claramente cuál era la valoración del
público y los jueces de la época.
martes, 23 de abril de 2013
CUENTO
-->
Más allá
[Cuento. Texto completo.]
Horacio Quiroga
Yo estaba desesperada -dijo la voz-. Mis padres se oponían rotundamente a que tuviera amores con él, y habían llegado a ser muy crueles conmigo. Los últimos días no me dejaban ni asomarme a la puerta. Antes, lo veía siquiera un instante parado en la esquina, aguardándome desde la mañana. ¡Después, ni siquiera eso!
Yo le había dicho a mamá la semana antes:
-¿Pero qué le hallan tú y papá, por Dios, para torturarnos así? ¿Tienen algo que decir de él? ¿Por qué se han opuesto ustedes, como si fuera indigno de pisar esta casa, a que me visite?
Mamá, sin responderme, me hizo salir. Papá, que entraba en ese momento, me detuvo del brazo, y enterado por mamá de lo que yo había dicho, me empujó del hombro afuera, lanzándome de atrás:
-Tu madre se equivoca; lo que ha querido decir es que ella y yo -¿lo oyes bien?- preferimos verte muerta antes que en los brazos de ese hombre. Y ni una palabra más sobre esto.
Esto dijo papá.
-Muy bien -le respondí volviéndome, más pálida, creo, que el mantel mismo-: nunca más les volveré a hablar de él.
Y entré en mi cuarto despacio y profundamente asombrada de sentirme caminar y de ver lo que veía, porque en ese instante había decidido morir.
¡Morir! ¡Descansar en la muerte de ese infierno de todos los días, sabiendo que él estaba a dos pasos esperando verme y sufriendo más que yo! Porque papá jamás consentiría en que me casara con Luis. ¿Qué le hallaba?, me pregunto todavía. ¿Que era pobre? Nosotros lo éramos tanto como él.
¡Oh! La terquedad de papá yo la conocía, como la había conocido mamá.
-Muerta mil veces -decía él- antes que darla a ese hombre.
Pero él, papá, ¿qué me daba en cambio, si no era la desgracia de amar con todo mi ser sabiéndome amada, y condenada a no asomarme siquiera a la puerta para verlo un instante?
Morir era preferible, sí, morir juntos.
Yo sabía que él era capaz de matarse; pero yo, que sola no hallaba fuerzas para cumplir mi destino, sentía que una vez a su lado preferiría mil veces la muerte juntos, a la desesperación de no volverlo a ver más.
Le escribí una carta, dispuesta a todo. Una semana después nos hallábamos en el sitio convenido, y ocupábamos una pieza del mismo hotel.
No puedo decir que me sentía orgullosa de lo que iba a hacer, ni tampoco feliz de morir. Era algo más fatal, más frenético, más sin remisión, como si desde el fondo del pasado mis abuelos, mis bisabuelos, mi infancia misma, mi primera comunión, mis ensueños, como si todo esto no hubiera tenido otra finalidad que impulsarme al suicidio.
No nos sentíamos felices, vuelvo a repetirlo, de morir. Abandonábamos la vida porque ella nos había abandonado ya, al impedirnos ser el uno del otro. En el primero, puro y último abrazo que nos dimos sobre el lecho, vestidos y calzados como al llegar, comprendí, marcada de dicha entre sus brazos, cuán grande hubiera sido mi felicidad de haber llegado a ser su novia, su esposa.
A un tiempo tomamos el veneno. En el brevísimo espacio de tiempo que media entre recibir de su mano el vaso y llevarlo a la boca, aquellas mismas fuerzas de los abuelos que me precipitaban a morir se asomaron de golpe al borde de mi destino a contenerme... ¡tarde ya! Bruscamente, todos los ruidos de la calle, de la ciudad misma, cesaron. Retrocedieron vertiginosamente ante mí, dejando en su hueco un sitio enorme, como si hasta ese instante el ámbito hubiera estado lleno de mil gritos conocidos.
Permanecí dos segundos más inmóvil, con los ojos abiertos. Y de pronto me estreché convulsivamente a él, libre por fin de mi espantosa soledad.
¡Sí, estaba con él; e íbamos a morir dentro de un instante!
El veneno era atroz, y Luis inició él primero el paso que nos llevaba juntos abrazados a la tumba.
-Perdóname -me dijo oprimiéndome todavía la cabeza contra su cuello-. Te amo tanto que te llevo conmigo.
-Y yo te amo -le respondí-, y muero contigo.
No pude hablar más. ¿Pero qué ruido de pasos, qué voces venían del corredor a contemplar nuestra agonía? ¿Que golpes frenéticos resonaban en la puerta misma?
-Me han seguido y nos vienen a separar... -murmuré aún-. Pero yo soy toda tuya.
Al concluir, me di cuenta de que yo había pronunciado esas palabras mentalmente pues en ese momento perdía el conocimiento.
***
Cuando volví en mí tuve la impresión de que iba a caer si no buscaba donde apoyarme. Me sentía leve y tan descansada, que hasta la dulzura de abrir los ojos me fue sensible. Yo estaba de pie, en el mismo cuarto del hotel, recostada casi a la pared del fondo. Y allá, junto a la cama, estaba mi madre desesperada.
¿Me habían salvado, pues? Volví la vista a todos lados, y junto al velador, de pie como yo, lo vi a él, a Luis, que acabada de distinguirme a su vez y venía sonriendo a mi encuentro. Fuimos rectamente uno hacia el otro, a pesar de la gran cantidad de personas que rodeaban el lecho, y nada nos dijimos, pues nuestros ojos expresaban toda la felicidad de habernos encontrado.
Al verlo, diáfano y visible a través de todo y de todos, acababa de comprender que yo estaba como él: muerta.
Habíamos muerto, a pesar de mi temor de ser salvada cuando perdí el conocimiento. Habíamos perdido algo más, por dicha... Y allí, en la cama, mi madre desesperada me sacudía a gritos mientras el mozo del hotel apartaba de mi cabeza los brazos de mi amado.
Alejados al fondo, con las manos unidas, Luis y yo veíamos todo en una perspectiva nítida, pero remotamente fría y sin pasión. A tres pasos, sin duda, estábamos nosotros, muertos por suicidio, rodeados por la desolación de mis parientes, del dueño del hotel y por el vaivén de los policías. ¿Qué nos importaba eso?
-¡Amada mía!...-me decía Luis-. ¡A qué poco precio hemos comprado esta felicidad de ahora!
-Y yo -le respondí- te amaré siempre como te amé antes. Y no nos separaremos más, ¿verdad?
-¡Oh, no!... Ya lo hemos probado.
-¿E irás todas las noches a visitarme?
Mientras cambiábamos así nuestras promesas oíamos los alaridos de mamá que debían ser violentos, pero que nos llegaban con una sonoridad inerte y sin eco, como si no pudieran traspasar en más de un metro el ambiente que rodeaba a mamá.
Volvimos de nuevo la vista a la agitación de la pieza. Llevaban por fin nuestros cadáveres, y debía de haber transcurrido un largo tiempo desde nuestra muerte, pues pudimos notar que tanto Luis como yo teníamos ya las articulaciones muy duras y los dedos muy rígidos.
Nuestros cadáveres... ¿Dónde pasaba eso? ¿En verdad había habido algo de nuestra vida, nuestra ternura, en aquellos dos pesadísimos cuerpos que bajaban por las escaleras, amenazando hacer rodar a todos con ellos?
¡Muertos! ¡Qué absurdo! Lo que había vivido en nosotros, más fuerte que la vida misma, continuaba viviendo con todas las esperanzas de un eterno amor. Antes... no había podido asomarme siquiera a la puerta para verlo; ahora hablaría regularmente con él, pues iría a casa como novio mío.
-¿Desde cuándo irás a visitarme? -le pregunté.
-Mañana -repuso él-. Dejemos pasar hoy.
-¿Por qué mañana? -pregunté angustiada-. ¿No es lo mismo hoy? ¡Ven esta noche, Luis! ¡Tengo tantos deseos de estar a solas contigo en la sala!
-¡Y yo! ¿A las nueve, entonces?
-Sí. Hasta luego, amor mío...
Y nos separamos. Volví a casa lentamente, feliz y desahogada como si regresara de la primera cita de amor que se repetiría esa noche.
***
A las nueve en punto corría a la puerta de calle y recibí yo misma a mi novio. ¡Él en casa, de visita!
-¿Sabes que la sala está llena de gente? -le dije-. Pero no nos incomodarán
-Claro que no... ¿Estás tú allí?
-Sí.
-¿Muy desfigurada?
-No mucho, ¿creerás? ¡Ven, vamos a ver!
Entramos en la sala. A pesar de la lividez de mis sienes, de las aletas de la nariz muy tensas y las ventanillas muy negras, mi rostro era casi el mismo que Luis esperaba ver durante horas y horas desde la esquina.
-Estás muy parecida -dijo él.
-¿Verdad? -le respondí yo, contenta. Y nos olvidamos en seguida de todo, arrullándonos.
Por ratos, sin embargo, suspendíamos nuestra conversación y mirábamos con curiosidad el entrar y salir de las gentes. En uno de esos momentos llamé la atención de Luis.
-¡Mira! -le dije-. ¿Qué pasará?
En efecto, la agitación de las gentes, muy viva desde unos minutos antes, se acentuaba con la entrada en la sala de un nuevo ataúd. Nuevas personas, no vistas aún allí, lo acompañaban.
-Soy yo -dijo Luis con ligera sorpresa-. Vienen también mis hermanas
-¡Mira, Luis! -observé yo-. Ponen nuestros cadáveres en el mismo cajón ... Como estábamos al morir.
-Como debíamos estar siempre -agregó él-. Y fijando los ojos por largo rato en el rostro excavado de dolor de sus hermanas:
-Pobres chicas... -murmuró con grave ternura. Yo me estreché a él, ganada a mi vez por el homenaje tardío, pero sangriento de expiación, que venciendo quién sabe qué dificultades, nos hacían mis padres enterrándonos juntos.
Enterrándonos... ¡Qué locura! Los amantes que se han suicidado sobre una cama de hotel, puros de cuerpo y alma, viven siempre. Nada nos ligaba a aquellos dos fríos y duros cuerpos, ya sin nombre, en que la vida se había roto de dolor. Y a pesar de todo, sin embargo, nos habían sido demasiado queridos en otra existencia para que no depusiéramos una larga mirada llena de recuerdos sobre aquellos dos cadavéricos fantasmas de un amor.
-También ellos -dijo mi amado- estarán eternamente juntos.
-Pero yo estoy contigo -murmuré yo, alzando a él mis ojos, feliz.
Y nos olvidamos otra vez de todo.
***
Durante tres meses -prosiguió la voz- viví en plena dicha. Mi novio me visitaba dos veces por semana. Llegaba a las nueve en punto, sin que una sola noche se hubiera retrasado un solo segundo, y sin que una sola vez hubiera yo dejado de ir a recibirlo a la puerta. Para retirarse no siempre observaba mi novio igual puntualidad. Las once y media, aun las doce sonaron a veces, sin que él se decidiera a soltarme las manos, y sin que lograra yo arrancar mi mirada de la suya. Se iba por fin, y yo quedaba dichosamente rendida, paseándome por la sala con la cara apoyada en la palma de la mano.
Durante el día acortaba las horas pensando en él. Iba y venía de un cuarto a otro, asistiendo sin interés alguno al movimiento de mi familia, aunque alguna vez me detuve en la puerta del comedor a contemplar el hosco dolor de mamá, que rompía a veces en desesperados sollozos ante el sitio vacío de la mesa donde se había sentado su hija menor.
Yo vivía -sobrevivía-, lo he repetido, por el amor y para el amor. Fuera de él, de mi amado, de la presencia de su recuerdo, todo actuaba para mí en un mundo aparte. Y aun encontrándome inmediata a mi familia, entre ella y yo se abría un abismo invisible y transparente, que nos separaba a mil leguas.
Salíamos también de noche, Luis y yo, como novios oficiales que éramos. No existe paseo que no hayamos recorrido juntos, ni crepúsculo en que no hayamos deslizado nuestro idilio. De noche, cuando había luna y la temperatura era dulce, gustábamos de extender nuestros paseos hasta las afueras de la ciudad, donde nos sentíamos más libres, más puros y más amantes.
Una de esas noches, como nuestros pasos nos hubieran llevado a la vista del cementerio, sentimos curiosidad de ver el sitio en que yacía bajo tierra lo que habíamos sido. Entramos en el vasto recinto y nos detuvimos ante un trozo de tierra sombría, donde brillaba una lápida de mármol. Ostentaba nuestros dos solos nombres, y debajo la fecha de nuestra muerte; nada más.
-Como recuerdo de nosotros -observó Luis- no puede ser más breve. Así y todo -añadió después de una pausa-, encierra más lágrimas y remordimientos que muchos largos epitafios.
Dijo, y quedamos otra vez callados.
Acaso en aquel sitio y a aquella hora, para quien nos observara hubiéramos dado la impresión de ser fuegos fatuos. Pero mi novio y yo sabíamos bien que lo fatuo y sin redención eran aquellos dos espectros de un doble suicidio encerrados a nuestros pies, y la realidad, la vida depurada de errores, elévase pura y sublimada en nosotros como dos llamas de un mismo amor.
Nos alejamos de allí, dichosos y sin recuerdos, a pasear por la carretera blanca nuestra felicidad sin nubes.
Ellas llegaron, sin embargo. Aislados del mundo y de toda impresión extraña, sin otro fin ni otro pensamiento que vernos para volvernos a ver, nuestro amor ascendía, no diré sobrenaturalmente, pero sí con la pasión en que debió abrasarnos nuestro noviazgo, de haberlo conseguido en la otra vida. Comenzamos a sentir ambos una melancolía muy dulce cuando estábamos juntos, y muy triste cuando nos hallábamos separados. He olvidado decir que mi novio me visitaba entonces todas las noches; pero pasábamos casi todo el tiempo sin hablar, como si ya nuestras frases de cariño no tuvieran valor alguno para expresar lo que sentíamos. Cada vez se retiraba él más tarde, cuando ya en casa todos dormían, y cada vez, al irse, acortábamos más la despedida.
Salíamos y retornábamos mudos, porque yo sabía bien que lo que él pudiera decirme no respondía a su pensamiento, y él estaba seguro de que yo le contestaría cualquier cosa, para evitar mirarlo.
Una noche en que nuestro desasosiego había llegado a un límite angustioso, Luis se despidió de mí más tarde que de costumbre. Y al tenderme sus dos manos, y entregarle yo las mías heladas, leí en sus ojos, con una transparencia intolerable, lo que pasaba por nosotros. Me puse pálida como la muerte misma; y como sus manos no soltaran las mías:
-¡Luis! -murmuré espantada, sintiendo que mi vida incorpórea buscaba desesperadamente apoyo, como en otra circunstancia. Él comprendió lo horrible de nuestra situación, porque soltándome las manos, con un valor de que ahora me doy cuenta, sus ojos recobraron la clara ternura de otras veces.
-Hasta mañana, amada mía -me dijo sonriendo.
-Hasta mañana, amor -murmuré yo, palideciendo todavía más al decir esto.
Porque en ese instante acababa de comprender que no podría pronunciar esta palabra nunca más.
Luis volvió a la noche siguiente; salimos juntos, hablamos, hablamos como nunca antes lo habíamos hecho, y como lo hicimos en las noches subsiguientes. Todo en vano: no podíamos mirarnos ya. Nos despedíamos brevemente, sin darnos la mano, alejados a un metro uno del otro.
¡Ah! Preferible era...
La última noche, mi novio cayó de pronto ante mí y apoyó su cabeza en mis rodillas.
-Mi amor -murmuró.
-¡Cállate! -dije yo.
-Amor mío -recomenzó él.
-¡Luis! ¡Cállate! -lancé yo, aterrada-. Si repites eso otra vez ...
Su cabeza se alzó, y nuestros ojos de espectros -¡es horrible decir esto!- se encontraron por primera vez desde muchos días atrás.
-¿Qué? -preguntó Luis-. ¿Qué pasa si repito?
-Tú lo sabes bien -respondí yo.
-¡Dímelo!
-¡Lo sabes! ¡Me muero!
Durante quince segundos nuestras miradas quedaron ligadas con tremenda fijeza. En ese tiempo pasaron por ellas, corriendo como por el hilo del destino, infinitas historias de amor, truncas, reanudadas, rotas, redivivas, vencidas y hundidas finalmente en el pavor de lo imposible.
-Me muero... -torné a murmurar, respondiendo con ello a su mirada. Él lo comprendió también, pues hundiendo de nuevo la frente en mis rodillas, alzó la voz al largo rato.
-No nos queda sino una cosa que hacer... -dijo.
-Eso pienso -repuse yo.
-¿Me comprendes? -insistió Luis.
-Sí, te comprendo -contesté, deponiendo sobre su cabeza mis manos para que me dejara incorporarme. Y sin volvernos a mirar nos encaminamos al cementerio.
¡Ah! ¡No se juega al amor, a los novios, cuando se quemó en un suicidio la boca que podía besar! ¡No se juega a la vida, a la pasión sollozante, cuando desde el fondo de un ataúd dos espectros sustanciales nos piden cuenta de nuestro remedo y nuestra falsedad! ¡Amor! ¡Palabra ya impronunciable, si se la trocó por una copa de cianuro al goce de morir! ¡Sustancia del ideal, sensación de la dicha, y que solamente es posible recordar y llorar, cuando lo que se posee bajo los labios y se estrecha en los brazos no es más que el espectro de un amor!
Ese beso nos cuesta la vida -concluye la voz-, y lo sabemos. Cuando se ha muerto una vez de amor, se debe morir de nuevo. Hace un rato, al recogerme Luis a sí, hubiera dado el alma por poder ser besada. Dentro de un instante me besará, y lo que en nosotros fue sublime e insostenible niebla de ficción, descenderá, se desvanecerá al contacto sustancial y siempre fiel de nuestros restos mortales.
Ignoro lo que nos espera más allá. Pero si nuestro amor fue un día capaz de elevarse sobre nuestros cuerpos envenenados, y logró vivir tres meses en la alucinación de un idilio, tal vez ellos, urna primitiva y esencial de ese amor, hayan resistido a las contingencias vulgares, y nos aguarden.
De pie sobre la lápida, Luis y yo nos miramos larga y libremente ya. Sus brazos ciñen mi cintura, su boca busca mi boca, y yo le entrego la mía con una pasión tal, que me desvanezco...
Fernanda Jacobo 2LC2
Suscribirse a:
Entradas (Atom)